Sentimiento de Culpa

Sentimiento de Culpa

Irene Olalla Lobo
Diplomada en Nutrición Humana y Dietética

Sentimiento de Culpa

 

 

Alimentación y emociones suelen ir muy de la mano. No poder separarlas en ocasiones se convierte en algo placentero y en otras en un proceso traumático.

Es habitual encontrar en la consulta a gente que se siente mal por haber comido algo que no se encontraba en el plan o cuando creían que no debían hacerlo.

 

Este sentimiento de culpa provoca un potente malestar emocional en la persona que lo está experimentando, pudiendo tener consecuencias graves como inseguridad, vulnerabilidad, … impactando de forma directa en su autoestima y su autoconcepto.

El sentimiento de culpa es la sensación de haber hecho algo mal o de haber saltado alguna norma, produciendo un gran malestar continuado.

 

 


 

Que este sentimiento se presente después de comer es por la creación de la clasificación de alimentos “buenos” y “malos” que hace que en el momento que ingerimos un alimento perteneciente a la lista de los “malos” lo consideramos “no saludable” y es cuando aparece ese sentimiento de culpa.

En consulta siempre incidimos en que no hay ningún alimento “bueno” o “malo” por sí solo. Es más importante prestar atención en cómo comemos (de manera impulsiva o compulsiva), si disfrutamos del alimento, por qué lo estamos comiendo, …

 

 


 

Además de las premisas que se hayan podido interiorizar a causa de la cultura de dieta sobre alimentos prohibidos, y mitos alimenticios, hay que tener cuidado con las pautas estrictas y rígidas que interfieren con la sensación de hambre y saciedad, alejándonos de las sensaciones naturales que nos marcan cuando comer y cuanto comer, sintiéndonos culpables si nos apetece comer cuando no está pautado o si nos apetece más de lo que está pautado.

 

Este sentimiento de culpa hace que entremos en un estado de malestar que de alguna manera necesitamos acallar, buscando un estímulo positivo en el placer de comer, volviendo a ingerir alimentos que aumentarán la sensación de culpa, entrando en un círculo vicioso del que es difícil salir.


 

Para romper con todo esto hay que llevar a cabo un duro trabajo, lo que implica de mucha paciencia, ya que son hábitos e ideas que  llevan mucho tiempo en nuestro día a día.

 

Es importante volver a conectar con las sensaciones de hambre y saciedad, dejando de comer “con la cabeza”.

 

Observa si el sentimiento de culpa aparece de manera muy frecuente y analiza por qué se presenta, de esta manera será posible cambiarlo y mejorar la relación con la comida.